Monday, January 11, 2010
¡Lluvia de jorobas!
Camina Margarito, como siempre ha sido su vida: ligero de equipaje, sin ínfulas pero con dignidad, al encuentro del amigo y de algunos conocidos, a donde siempre se discute con respeto todas las ideas, donde se habla de la Patria y sus últimas noticias; de acontecimientos locales y, en fin, de lo que pasó, pasa y se cree puede pasar –es lo que podría llamarse la voz del pueblo en acción, sin censuras de ningún tipo– donde se analizan opiniones que pueden leer y compartir en la Internet, como un medio más barato y más libre.
–Hola, Margarito, dice con alegría Javier Isidoro, ¿cómo estuvo la semana? ¿Qué noticias nos traes? No creas que se nos ha olvidado lo que hablamos en la reunión pasada, referente a una idea que nos ibas a exponer sobre un buen negocio que se puede iniciar en Nicaragua.
– ¡Oh!, ya recuerdo –le dice Margarito– pero antes que el local se llene y las voces de tanta gente nos impidan concentrarnos, quiero compartir con vos un correo electrónico que recibí hace pocos días y que me ha llegado de la Patria. En vista de que tenemos poco tiempo trataré de resumirlo, y dice así: "Es muy fácil hablar desde fuera. Ustedes no tienen derecho a opinar sobre lo que pasa en nuestro país, no tienen autoridad política para estar criticando absolutamente nada". Yo con justa indignación le contesté que siendo nuestra Patria, nada ni nadie puede negarnos el derecho a opinar sobre lo que sucede allá. Que es verdad que algunos "patriotas", en un acto supremo de mezquindad, nos decretaron una especie de muerte civil al suprimir algunos de nuestros derechos, y en su afán de enriquecimiento, casi en una carrera contra reloj, pensaron que de esta manera –lanzando esta cortina de humo– iban a engañar al pueblo y se les reconocería como los más abnegados y salvadores de la nacionalidad. Su política fue muy clara y ampliamente documentada: chupar y morder. Chuparle la última gota de sangre al pueblo y morder todo aquello que produjera ganancias. Fue una labor tan cotidiana y abnegada que ha quedado con las espaldas encorvadas para siempre jamás.
–Es triste saber que la mezquindad, el robo, la adulación y las ambiciones de poder han sido y siguen siendo el espíritu de nuestra Constitución, aunque ésta se presente como muy avanzada y elaborada por jurisconsultos que han sido los propios verdugos de su prestigio y de sus obras, respondió Javier Isidoro, diciendo con la voz en alto: esta Carta Magna la han convertido, a fuerza de violaciones, como en una pobre esperanza, como una dolorosa difunta, como un muerto lirio.
–Creo, dijo Margarito, que un filósofo nuestro dijo que "viajar con esperanza es mejor que llegar"
–No, estás equivocado Margarito; eso lo dijo alguien que creía que esto era mejor a viajar sin esperanza porque se sabe que nunca llegará. Lo que dijo uno de nuestros filósofos fue: "La historia de Nicaragua es como una bicicleta estacionaria, donde por mucho que se pedalea jamás se avanza”. Lo que habría que recordarle a este ilustre y respetado pensador es que es muy difícil andar en bicicleta con una gran joroba y, peor, aún cuando se tienen dos: una adelante y otra atrás. Sería como un milagro, como que existiese la posibilidad de deslizarse colina arriba. Y las jorobas se han multiplicado tanto y tanto que es desde ya, sin lugar a dudas, una epidemia nacional que demanda un decreto de emergencia para hacerle frente a ésta lepra nacional. Los encorvados, como por un designio de la Providencia tienen su castigo: en medio de su oro y de las jorobitas que les adulan, ya no pueden ocultar sus grandes jorobas. ¡Lluvia de jorobas!
–Yo estoy seguro –dijo Margarito– que, como dice el refrán: "No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague".
–De eso puedes estar seguro –dijo Javier Isidoro– y puedes contestarle a quien te escribió con la frente en alto: a mi trabajo voy todos los días, con mi dinero pago la ropa que me pongo, la casa donde vivo y el pan que me alimenta. Pero ya que estamos tocando estos temas tengo que decirte que recibí una llamada de un heredero de Marcoleta reclamando mayor firmeza en los ataques al actual gobierno, que estaba desconociendo, de una manera alarmante, la Ley de Servicio Exterior, que garantizaba sus funciones a perpetuidad, como perpetua ha de ser la dignidad de la Patria; que ellos están preparados y entrenados para servir a todos los gobiernos sin creer en ninguno. Pueden ser tan eficientes sirviendo a los Adolfo Díaz o al Orteguismo, para ellos es como una fiesta sin mañana (comamos y bebamos). Ahora comprendo, le dije, por qué, para algunos gobiernos, era inaceptable hablar de la cedulación y voto en el exterior: era prioridad premiar las jorobas, a aquéllos que pueden golpear sin garras, como pueden correr sin patas, a quienes se ocultan cambiando matices. Quien siembra vientos cosecha tempestades.
Una vez más se nos ha hecho tarde –dijo Margarito– y tenemos que dejar la conversación para la otra semana y queda pendiente, además de estos temas, de la ley que se dió y de la que no se dará nunca.
–Pero recuerda que tenemos que hablar sobre el negocio del que no pudimos hablar hoy, dijo Javier Isidoro.
Hasta pronto, dijo Margarito, y se dirigió a la parada de buses.
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