Tuesday, April 10, 2012
¡ Una lágrima de amor !
Hace poco regresé de vacaciones, las cuales estuvieron preñadas de acontecimientos interesantes y de una que otra anécdota que quiero compartir con conocidos y amigos por medio de estas redes que han venido a liberarnos de las reglas asfixiantes de los medios tradicionales donde en la mayoría de los casos prevalecen la censura, la rentabilidad y la afinidad ideológica con la línea del periódico.
Pero pasando directamente al asunto que me ocupa, el recorrido que hice terminó en Madrid y como es de sobra conocido un lugar al que uno no puede dejar de ir es El Museo del Prado. Me encontraba disfrutando de tantas pinturas, es vivir el arte y la belleza; en muchos de estos cuadros se estigmatizaban las imágenes de una monarquía en trance agónico; otros irradiaban una serena y lírica paz; pero este recorrido era para mí una especie de celebración de la vida ya que como dijo alguien la pintura es la amante de la belleza y la reina de las artes. ¡Amante y Reina! Trataré de contar algunos pocos hechos de los muchos que sucedieron y que en días por venir relataré.
Uno de los cuadros que me llamó la atención por la historia que encierra y por la falta de acuerdo referente al personaje histórico que representa es uno de Rembrandt. Unos dicen que representa a Judith la heroína bíblica y lo han titulado "Judith en el banquete de Holofernes". Otros, estudiosos también de las artes y de estos genios la identifican con Artemisa, reina de Caria, territorio situado en la actual Turquía y viuda del rey Mausolo. Según afirman el cuadro representa el momento en que toma de manos de una sirvienta una copa que contiene las cenizas de su esposo, las que iban mezcladas con vino tinto. Se convirtió por la fuerza del amor, por la llama del amor, por la pasión del amor, en sepulcro vivo del cuerpo de su marido, fue por decisión propia y por mandato del corazón, ¡Una tumba viviente! ¡Una tumba caminante!¡Una tumba apasionada!¡Una tumba en llamas!¡Una tumba gimiendo!¡Una tumba que ardía!¡Una tumba derramando una lágrima de amor!¡Una lágrima de amor!...
En una sociedad de consumo es posible que los comerciantes de vino muy pronto quieran implementar el ejemplo de Artemisa como un ejemplo angelical y ofrecer vinos especiales donde se puedan mezclar las cenizas; pero en un mercado libre no faltarán los dueños y vendedores de camposantos que digan que esto no es bíblico y que hay que seguir comprando nichos para tener certeza sobre la resurrección. ¡Tiempo al tiempo!... Un dato interesante es que en nombre del rey Mausolo se levantó un monumento que fue reconocido en la antigüedad como una de Las siete maravillas del mundo. De aquí es que a toda construcción funeraria de "copete" se le ha dado en llamar Mausoleo; y como una de esas ironías de la vida, esa magnificencia era solamente para ser admirada ya que estaba vacía por dentro. ¡La que estaba llena era Artemisa!...
Después de visitar otros cuadros de impresionante belleza me detuve a contemplar, a admirar y a meditar la belleza del cuadro de la "deslumbrante", "la gozosa", y "la floreciente"; cuadro que la crítica coincide es un homenaje a los dones divinos de la alegría, la felicidad y la belleza y que dejó inmortalizado el nombre de Rubens con sus "Tres gracias". Se ha manejado el criterio que el rostro de dos de las gracias corresponde a dos de sus grandes amores, la primera esposa ya fallecida y la que en ese momento era su esposa y que el rostro de la tercera -la que está en medio-es un compendio soñador de la hermosura de las otras dos. Hay una pequeña historia sobre este cuadro y es que el rey Felipe IV se enamoró de su extraordinaria belleza y ofreció comprarlo, pero Rubens se negó y antes de morir le hizo prometer a su esposa que lo conservaría para la familia; lo que se sabe es que el cuadro fue vendido mientras se celebraban los funerales del artista y la razón mayor que tuvo la esposa fue que la mujer que estaba en medio -compendio de la belleza de las otras dos- era la amante del pintor. ¡El amor todo lo puede y nunca deja de ser!...
La paz, la tranquilidad y la meditación a que invitaba este Museo fue interrumpida por algunas voces alteradas, cierto alboroto y algunos bramidos que procedían de otro salón; me dirigí con paso apresurado a ver lo que sucedía, la gente se apretujaba para ver y escuchar ya que alguien trataba de dar una explicación, pero nada se entendía, parecía que estábamos ante la torre de Babel -diferentes idiomas y lenguas que lanzaban fuego- Aquí viene lo extraño que me sucedió y es que en el momento que trataba de escuchar, una buena Señora adornada con varias imágenes y teniendo como escudo varios rosarios dirigió la mirada hacia mí y me dijo, casi como una petición angelical:
-¡Pase Padre! ¡Pase Padre! y me jalaba de mi abrigo con tanta fiereza que por un momento llegué a temer que se quedara con la mitad en la mano ya que mi abrigo estaba de "veme y no me toqués". En cuanto al color se sabe que era de origen negro. Aturdido por la confusión de la dama fue que en ese momento me di cuenta que llevaba una camisa blanca por dentro con cuello alto y que parecía "un cura de pueblo", pero cura al fin y al cabo, con un abrigo desteñido por el paso del tiempo que hoy pasaba como sotana gracias a los ojos misericordiosos de la dama en cuestión-tal vez glaucoma en estado avanzado. En medio del forcejeo por alcanzar un lugar de privilegio para ver el cuadro parecíamos una banda de santos tratando de ocupar un lugar en el altar. Por fin alcancé a ver a un hombre vestido de rojo, con un rojo impecable, lleno de atuendos, de oro o dorados y supe de inmediato que se trataba de una autoridad de alguna iglesia, de esos voceros de Dios que abundan como plagas de langostas; entonces le dije a la Señora, que seguía aferrada a mi "sotana", que teníamos que escuchar a ese hombre ya que de seguro estaba dando una explicación bíblica del cuadro; la respuesta que me dio en medio de su desesperación me dejó fuera de sí ya que no la esperaba en vista de su aparente fanatismo y dijo:
-Mire Padre yo creo en la humildad de los hombres que se consagran a Dios, pero ésta debe ser demostrada con hechos, esos hombres que brillan tanto con ese rojo encendido me parece que van a una corrida de toros; y si no es de toros parece que van a una función para distraer a los niños donde en lugar de toros hay terneros tiernos - ¡espada y ternura! - y en el mejor de los casos con tantos colorines parece que van a un baile de Flamencos. ¡Menos pompa y más obras!
No supe que contestarle, aunque pude balbucear que los caminos del Señor son inescrutables... Llegamos a nuestro destino y nos colocamos frente al cuadro y frente al hombre de rojo; el cuadro era uno de ese gran genio de la pintura, Caravaggio, y era una representación de David y Goliat, conocido dentro de la intimidad artística como "Su David". El "toreador" como le llamaba la Señora, o el "bailarín", se encontraba visiblemente alterado y por sus ojos echaba chispas y poco a poco a medida que iba cogiendo aire dijo:
-Hace poco un demonio disfrazado de historiador se paró aquí para dar una explicación de este cuadro del pendenciero de Caravaggio, el que se autorretrató con el rostro maltratado (después de una pelea) en la cabeza cortada de Goliat-lo cual es cierto-pero el demonio que estuvo aquí dijo que la cara del David era de uno de sus jóvenes amantes-sabemos también que tenía amantes-pero la blasfemia, el olor a azufre que se siente es porque dijo que David, después de ejecutarlo, había derramado ¡Una lágrima de amor! ¡Una lágrima de amor! El colmo hubiera sido que hubiera pintado detrás de la ejecución como señalando el futuro, el cuerpo de la provocadora en el baño o en el lecho. ¡Betsabé! ¡Betsabé!¡Betsabé! y ¡Una lágrima de amor!"... El grito fue tan angustioso que hubiese sido capaz de alborotar las cabras y las ovejas, haciendo imposible su separación" Volvió su mirada hacia mí, y con altanería, arrogancia y superioridad, dijo:
-Y usted, padrecito, ¿qué piensa de todo esto?; su lío de faldas es lo que estamos juzgando aquí, de lo que se trata es que fue y es una gloria del arte y que su pincel fue una clara expresión de la fuerza del amor, como ¡Una lágrima de amor!...
-Basta, basta por hoy, gritó la dama que aún permanecía cerca del cuadro, vamos a otro salón ya que aquí hay mucha pompa, mucho título, mucha púrpura, mucha luz, luz que ciega, luz que mata; éste no es más que un ángel de luz.
-Recuerden, dijo con voz de mando el hombre pavo real, que Caravaggio quiso zambullirse de cabeza en el amor y quedó atrapado y que a este cuadro bien le cabría como título: Lo más dulce que experimenté en toda mi vida.
Con esta frase que venía a ser como un galimatías teológico terminó de hablar nuestro hombre vestido de rojo y se retiró. Un poco más tarde cuando pasaba por unos pasillos, pude escuchar más bramidos y esta vez en el salón de Las tres gracias, alcancé a ver una mancha roja que se empinaba y quedaba a los pies de Las tres gracias y gritando decía:
-La de en medio es ¡Betsabé! ¡La mujer de en medio es Betsabé! y ¡Una lágrima de amor!
¡Estamos bajo ataque!...
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