Thursday, December 31, 2009
¡Nunca mas! ¡Nunca mas!
Han transcurrido ya varios días desde que se reunieron Javier Isidoro y Margarito. Días preñados de acontecimientos importantes; como el de la aprobación, en la Cámara del Senado de los EEUU, del Plan de Reforma de Salud; después de pasar serios obstáculos, ya que, según muchos de los forjadores de opinión, éste país no está preparado para que el gobierno regule las actividades de la empresa privada y viene a ser algo así como degollar la libertad y violentar los sagrados derechos del pueblo. Partiendo del criterio de que la reforma de salud no es un derecho y si, hasta el día de hoy, todo ha funcionado de maravillas con el "dejar hacer y dejar pasar", es peligroso tocar a Dios con las manos sucias. Y, para evitar la ira del cielo, es mejor que los pobres sigan siendo pobres y que se preocupen exclusivamente de evitar llegar a la miseria, ya que (según los filósofos que nos gastamos, como Sumos Pontífices y rectores de nuestro destino), no se puede atentar contra la prosperidad, puesto que esto aceleraría el ingreso a la miseria de los que tienen el beneficio de poder subsistir. Es una ecuación importante: "Más prosperidad para unos pocos garantiza el derecho a sobrevivir de millones de personas". No es de extrañar que a personas que viven en un nivel de pobreza se les escuche vociferar en contra de esta reforma, ya que como caja de resonancia, repiten lo que escuchan en medios de información, que son maestros de la manipulación y del engaño. Se encuentran, como decía, Javier Isidoro con Margarito, y después del saludo de rigor, le dice Javier Isidoro:
–Quería decirte, Margarito, que me llamó la atención lo que me dijiste; que un "Aguerrido" que había quedado "tuerto", tal como si hubiera librado un gran combate en el campo de las armas, pero fue en el campo de los intereses según tengo entendido. ¿No es así?
–Algo de eso hay, le contesta Margarito, pero éste ha sido un proceder de vieja data que no nos debe extrañar; y es que todo se cocina debajo de la mesa. Aunque hay excepciones a esta regla, ya que algunos gobernantes de manos limpias y proceder inmaculado todo lo recibían sobre la mesa y en partidas dobles y triples; y con esta transparencia se ganaron el aplauso del pequeño grupo de lectores con que cuentan nuestros medios de información, y celebraban que todo se hacía de cara al pueblo; y el pueblo tiene que vivir eternamente agradecido, porque se le informaba de que estaba siendo asaltado.
–Me parece que estás bien informado de la situación de Nicaragua –dijo Javier Isidoro– pero lo que yo estaba pensando es que en este combate en el campo de los intereses, en especial del "mal menor", veremos, más temprano que tarde, una mutilación mayor y un gran crujir de dientes, acompañado de la histórica rasgadura de las vestiduras; y entonces volveremos a ver a muchos medios de prensa reclamar por estos "líderes de nuestra democracia".
– ¿No crees que estos hombres son verdaderos soldados de la democracia? ¿No crees que merecen el beneficio de la duda? ¿No te parece que estos que apoyan las actitudes del Aguerrido están utilizando las herramientas que ofrece nuestra naciente democracia? –dijo un poco agitado Margarito.
–El problema, mi querido amigo, es que lo que nosotros hemos llamado democracia cobijada –como ha estado por manos celestiales y una permanente bendición nacional– ha conseguido recibir la bendición de Dios en lo que se podría llamar: "un crecimiento detenido". Parece que cuando invocaban al cielo lo hacían no por la prosperidad de la nación sino por su prosperidad personal, bajo un manto sagrado y con el sello de "democracia".
–Entonces, Javier Isidoro, ¿vos no crees en un resultado positivo de éste acuerdo de nación?
–Francamente, en lo que a mí respecta, es un pacto de intereses. Pero los mismos que determinan cuándo es pacto y cuándo es acuerdo ya empiezan a hablar de "acuerdo". En fin, estos criterios, ideas y opiniones, lamentablemente o afortunadamente, quedan entre nosotros; ya que quienes podemos leer estas opiniones somos un grupo tan reducido de la población que, a mucho estirar, llega a un 2 por ciento de los ciudadanos de nuestro país. Ya que es cínico pretender que cambien una tortilla por un periódico, tal vez, si en un homenaje a la democracia, cobraran por sus páginas sociales, podrían bajar un poco el precio y hacerlo más asequible al hombre de la calle.
– ¡Oh no, eso sí que no! –Contestó Margarito –ya me huele como atentar contra la libre empresa y tenemos que ser, no sólo cuidadosos, sino vigilantes; responsables para proteger nuestros más caros y sagrados símbolos. Pero hablas y hablas, Javier Isidoro, y no terminas de decirme ¿cuál piensas que será el desenlace de estos acuerdos, o pactos, o sacrificios que se llevan a cabo bajo el nombre de "un mal menor"?
–A decir verdad, Margarito, el tema es un poco complicado ya que, cuando a un pueblo le ofrecen como nuevo algo viejo, y lo que ha conseguido hasta hoy son impresionantes niveles de pobreza, tendrá que llegar a la conclusión que la "democracia de copete" es una farsa, y que los gobiernos con la marca de pueblo son una burla. Y de una u otra forma, luchará para que éstos no vuelvan NUNCA MÁS. Si el hombre de gobierno y el hombre de empresa pensaran, alguna vez, que el poder político y el poder económico no son un fin en sí mismos sino un medio para alcanzar armonía en las sociedades y sistema de justicia, de acuerdo a la dignidad del ser humano, los resultados serían tan diferentes a la polarización que hoy vivimos, y a la corrupción institucionalizada en todos los poderes del Estado.
–Y saber –dijo Margarito– que todos vamos al hoyo, que a todos nos espera el campo de la muerte, que una o dos capas de tierra nos ocultan para siempre, que nuestros días son como la sombra que pasa, que, todas las arrogancias teatrales, las ambiciones desmedidas, las intrigas siniestras, han de terminar en un pequeño estuche de cenizas –aunque éste sea musical–. “La muerte es de la vida inseparable hermana”. Me recuerda, siguió diciendo Margarito, que en una ocasión, cuando se depositaba en la madre tierra a un personaje que siempre rezó el Padre Nuestro al revés, pude ver en algunos ojos ríos de lágrimas que, como torrentes, brotaban en caras endurecidas por las tempestades de la vida, donde era común recibir como alimento diario las injusticias y humillaciones de parte de quienes hablaban y se enriquecían en su nombre. Me acerqué y les pregunté qué pensaban sobre ésta pérdida, y me contestaron que era una pena que se estuviera enterrando una madera tan fina y tan adornada; que eso era lo que lamentaban y nunca lo que iba adentro. No pensamos, Javier Isidoro, que todas las vanidades se terminan y no vuelven NUNCA MÁS.
–Impresiona lo que me dices Margarito, pero volviendo al tema del "mal menor", quiero compartir con vos mis opiniones: aquí lo que se ha dado es lo que se conoce como la paradoja del mal menor; es decir elegir entre el Orteguismo y Ortega. Presta cuidado a la paradoja: el Orteguismo trabaja sin descanso para imponer su programa y me jura que me sacará los ojos. Ortega me asegura que debo creer ciegamente en su palabra, que es palabra de Cristiano y además de Estadista, que sólo me sacará uno. Así dijo el Aguerrido y su grupo: “y en virtud que somos hombres de negocios y altamente preparados en las mejores academias, pensaron: con un ojo todavía podemos ver; elijamos entonces la oferta de Ortega –el que no tiene la preparación de nosotros, ni el nombre de nosotros, ni las influencias de nosotros en los EEUU y en todos los lugares donde el gran caballero es la llave para abrir las puertas”. “Siendo así –dijeron– aceptamos la oferta de Ortega, lo que significa quedarnos ‘tuertos’ " (“pobre Ortega –pensaron– pronto le vamos a pasar la factura). Pero como lo que gusta una vez gusta siempre y Ortega sabe de qué pata cojean, no tardará la otra elección. Y puedes estar seguro –dijo Javier Isidoro– que así será. La otra elección será planteada de la siguiente manera: el Orteguismo, inconforme con lo logrado, promete ante el altar de la patria que les sacará el ojo que les queda y, por ser insolentes y palabreros, les arrancará la lengua ya que han abusado de la libertad de prensa y han caído en peligroso libertinaje que amenaza los cimientos de este gobierno, que es un gobierno de "marca", un gobierno de lujo, un gobierno de "mañas", que tienen más mañas que un gato, y en el que muchos de sus funcionarios fueron graduados con los más altos honores en la academia de los 16 largos años de nuestra "democracia"; graduados en el enriquecimiento ilícito, en la desvergüenza, en el cinismo. Y hoy por hoy, los más aventajados se han quedado como eternos "servidores públicos", premiados por el actual gobierno por haber demostrado, históricamente, que tienen el galardón de ser los más "mañosos”. Es un gobierno, te digo y te repito, de marca, cuya marca, se puede decir, pertenece al nuevo siglo: marca Pueblo. Ortega, que es más astuto que todos ellos, demostrará su moderación y la prudencia de que nos hablan los Evangelios. Les va a tranquilizar y les prometerá que él, que es un hombre justo –y que sólo Dios lo sabe y su confesor también– le hará honor a la justicia, y como ésta es ciega, les sacará el otro ojo que antes en su bondad infinita les había perdonado, deteniendo la furia del Orteguismo. Nuestros "vivianes" van a reflexionar, y como ya es parte de su ordenamiento mental dirán: “nos quedamos ciegos pero podremos berrear”.
¿Cuál será entonces el resultado?, pregunta alarmado Margarito.
–Ese te lo puedes imaginar ya que, en nombre de los acuerdos de Nación y de sucesivas elecciones, nuestros Aguerridos representantes de la empresa privada terminarán en su afán de seguir haciendo negocios con el gobierno de "marca", terminarán, digo, sin ojos, sin lengua, sin manos, sin pies; y así mutilados moralmente, no podrán volver a engañar al pueblo ¡NUNCA MAS!
–Me parece razonable, dijo Margarito, y es que quienes han optado por el mal menor, han escogido, libremente, ser cautivos; y es inmoral que quienes han abrazado la esclavitud por unos platos de lentejas vengan a hablar por la libertad del pueblo. ¡NUNCA MAS! .Lástima que tengo que irme, pero tengo que presentarme a mi trabajo que, aunque es sin futuro y en fase terminal, si llego un poco tarde puedo perderlo y no lo recuperaré NUNCA MAS. Pero tengo una idea sobre un negocio brillante que se puede iniciar en Nicaragua pero que debería ser con capital mixto, y estoy seguro contaría con gran demanda. De esto seguimos hablando pronto: un negocio de gran porvenir propio para el siglo XXI. Bueno, Javier Isidoro, un gusto verte, pero el deber me llama. Muy pronto hablamos de este negocio.
–Ojalá, Margarito, tengas una buena semana laboral y puedas pronto tener tu seguro de salud y no veamos desplomarse nuestra Jericó de ilusiones… ¡NUNCA MAS!
Tuesday, December 22, 2009
¡Feliz Navidad!
Se encuentra Javier Isidoro meditando sobre una pregunta que le habían hecho, a la cual no le encontraba respuesta que le fuera satisfactoria, y se la repetía una y otra vez: ¿Cómo habría podido Dios crear la luz el primer día de la Creación si no creó el sol hasta el cuarto día? De repente fue interrumpido por su amigo Margarito, quien a su vez venía con otra carga de preocupaciones, y necesitaba, de cualquier forma, descargarlas, al compartirlas, y de esa manera se sentiría más, mucho más feliz, ya que él aseguraba que en alguna parte había escuchado que hay más felicidad en dar que en recibir. El descargar sus preocupaciones con su amigo le daría una serie de razones para ser útil, y en este intercambio de palabras, de información y de conocimientos, ambos se edificarían.
“¿Cómo estás Javier Isidoro?” preguntó alegre Margarito, ya que veía abiertas las ventanas del cielo al tener con quien conversar. “¿Qué ha sido de tu vida, qué tal de Navidad, alegre Navidad, fecha de recogimiento, de Amor, de Esperanza y de Caridad, y de muchas cosas más?” terminó preguntando y afirmando al mismo tiempo Margarito; aunque, sin embargo, le dijo que algo le preocupaba, pero que en un espíritu de prudencia o de humildad, seguía con sus cargas a cuestas y esperaba el momento de dispararlas.”
“Su amigo se quedó observándolo y le contestó: “No sabes cuánto me alegra verte alegre y disfrutar éste período de alegría y de paz que se celebra todos los años, sobreponiéndote a lo que te preocupa. Es un tiempo donde se agitan los mares y salen a la superficie todas las pobrezas, como sombras siniestras donde no habita ni la paz ni el descanso, vemos con más claridad, en las caritas de tantos niños, cómo derraman sus lágrimas por tanto dolor en medio de un momento de alegría. ¡Lágrimas de ángeles! También es la oportunidad para que los buenos corazones hagan algo para paliar esta realidad que demanda, más que obras de caridad una vez al año y que nos debería imponer el compromiso de cambiar las estructuras que permiten que se multiplique tanta tragedia. Aunque estamos seguros de que siempre habrá lugar para que se puedan manifestar estos corazones de oro y lugar también para el fachadismo gubernamental. Que no se preocupen ya, que el espacio siempre estará abierto para ser feliz, ya que hay más felicidad en dar que en recibir”.
Ante estas palabras expresadas por Javier Isidoro, y ya con otra preocupación a tuto y sin poder hablar de las suyas, le dijo Margarito: “Yo creo que en alguna parte he leído que Herodes era el que mandó a matar a los niños sin ninguna piedad, pero por lo que vos me estás diciendo, parece que él sigue vivo, ya que con nuestros procedimientos, nuestras instituciones, nuestras leyes y nuestras violaciones a los derechos humanos, estamos ofreciendo, como sociedad, ofrenda de miríadas de niños en el templo de Herodes, ¿no es así?”.
“Eso depende a como lo interprete cada quien”, le contestó Javier Isidoro, “ya que para algunos, la violación de los derechos humanos se da cuando nos privan de la libertad, y no cuando las estructuras trabajan a favor de gobiernos e instituciones privadas, para seguir aumentando, sin piedad, el número de personas que no tienen destino, y gozan de una libertad mutilada por la avaricia de estos grupos de poder. Ahora disculpa que me haya extendido en mis ideas, que al menos tengo la esperanza que puedan ser compartidas por alguien como vos, tan preocupado por todo lo que nos rodea, ya que esto no llegará a ver la luz en el club del 2 por ciento. Bueno, eso te lo explico pronto, pero ahora dime tú Margarito: ¿Qué es lo que te preocupaba y querías compartir conmigo?”.
“Me da pena decírtelo Javier Isidoro, pero lo mío no tenía que ver con todo este asunto que, según he escuchado, no nos compete a los que no somos ilustrados. Esta es materia para los académicos. Así nos lo han repetido, por siempre y para siempre, en éstas sociedades exclusivas de nuestras democracias. Vamos pues ahora al punto: te decía que lo que me preocupaba eran otros asuntos, de una índole diferente ya que son asuntos del corazón, y es que hoy pude ver a una mujer que me robó el corazón. Hace mucho tiempo que me dejó clavada una espina y cuando logré arrancármela creí que ya no tenía corazón. Pero, después de veinte años, tengo que repetir lo que pude leer, de casualidad, de alguien que estaba en un "campo de amor" (Campoamor): "Pasan veinte años, vuelve él y al verse, exclaman él y ella: ¡Dios mío, y ésta es aquella! ¡Santo Dios, y éste es aquél!
Le dijo Javier Isidoro: “Bueno, me alegro por vos, Margarito, ya que ahora sin espinas tienes el corazón, gracias al paso del tiempo y a la tan indeseada metamorfosis”.
Así se despidieron los amigos no sin antes decir Margarito, para enseñar que él era un hombre informado, que la próxima vez hablarían de las declaraciones que había dado el miembro de la empresa privada de Nicaragua, que tenía como apellido "Aguerrido" o algo así, (suena algo como a espíritu inclaudicable), y que nos vendió un producto, ya maleable por estar vencido, como es el del "mal menor", algo que podría decirse como una paradoja: Que la empresa privada está matando a la propiedad privada”.
Margarito continuó: “Es como la soga en venta de que nos hablaban antes. Lo que cambia es el tiempo y los personajes, ya que la avaricia rompe el saco. Otro día hablaremos del que da un ojo, lo que popularmente se llama "tuerto". Por ser el tema apasionante tendrá que continuar......Y ahora lo que queda por decir: ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad!”.
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