Tuesday, December 22, 2009
¡Feliz Navidad!
Se encuentra Javier Isidoro meditando sobre una pregunta que le habían hecho, a la cual no le encontraba respuesta que le fuera satisfactoria, y se la repetía una y otra vez: ¿Cómo habría podido Dios crear la luz el primer día de la Creación si no creó el sol hasta el cuarto día? De repente fue interrumpido por su amigo Margarito, quien a su vez venía con otra carga de preocupaciones, y necesitaba, de cualquier forma, descargarlas, al compartirlas, y de esa manera se sentiría más, mucho más feliz, ya que él aseguraba que en alguna parte había escuchado que hay más felicidad en dar que en recibir. El descargar sus preocupaciones con su amigo le daría una serie de razones para ser útil, y en este intercambio de palabras, de información y de conocimientos, ambos se edificarían.
“¿Cómo estás Javier Isidoro?” preguntó alegre Margarito, ya que veía abiertas las ventanas del cielo al tener con quien conversar. “¿Qué ha sido de tu vida, qué tal de Navidad, alegre Navidad, fecha de recogimiento, de Amor, de Esperanza y de Caridad, y de muchas cosas más?” terminó preguntando y afirmando al mismo tiempo Margarito; aunque, sin embargo, le dijo que algo le preocupaba, pero que en un espíritu de prudencia o de humildad, seguía con sus cargas a cuestas y esperaba el momento de dispararlas.”
“Su amigo se quedó observándolo y le contestó: “No sabes cuánto me alegra verte alegre y disfrutar éste período de alegría y de paz que se celebra todos los años, sobreponiéndote a lo que te preocupa. Es un tiempo donde se agitan los mares y salen a la superficie todas las pobrezas, como sombras siniestras donde no habita ni la paz ni el descanso, vemos con más claridad, en las caritas de tantos niños, cómo derraman sus lágrimas por tanto dolor en medio de un momento de alegría. ¡Lágrimas de ángeles! También es la oportunidad para que los buenos corazones hagan algo para paliar esta realidad que demanda, más que obras de caridad una vez al año y que nos debería imponer el compromiso de cambiar las estructuras que permiten que se multiplique tanta tragedia. Aunque estamos seguros de que siempre habrá lugar para que se puedan manifestar estos corazones de oro y lugar también para el fachadismo gubernamental. Que no se preocupen ya, que el espacio siempre estará abierto para ser feliz, ya que hay más felicidad en dar que en recibir”.
Ante estas palabras expresadas por Javier Isidoro, y ya con otra preocupación a tuto y sin poder hablar de las suyas, le dijo Margarito: “Yo creo que en alguna parte he leído que Herodes era el que mandó a matar a los niños sin ninguna piedad, pero por lo que vos me estás diciendo, parece que él sigue vivo, ya que con nuestros procedimientos, nuestras instituciones, nuestras leyes y nuestras violaciones a los derechos humanos, estamos ofreciendo, como sociedad, ofrenda de miríadas de niños en el templo de Herodes, ¿no es así?”.
“Eso depende a como lo interprete cada quien”, le contestó Javier Isidoro, “ya que para algunos, la violación de los derechos humanos se da cuando nos privan de la libertad, y no cuando las estructuras trabajan a favor de gobiernos e instituciones privadas, para seguir aumentando, sin piedad, el número de personas que no tienen destino, y gozan de una libertad mutilada por la avaricia de estos grupos de poder. Ahora disculpa que me haya extendido en mis ideas, que al menos tengo la esperanza que puedan ser compartidas por alguien como vos, tan preocupado por todo lo que nos rodea, ya que esto no llegará a ver la luz en el club del 2 por ciento. Bueno, eso te lo explico pronto, pero ahora dime tú Margarito: ¿Qué es lo que te preocupaba y querías compartir conmigo?”.
“Me da pena decírtelo Javier Isidoro, pero lo mío no tenía que ver con todo este asunto que, según he escuchado, no nos compete a los que no somos ilustrados. Esta es materia para los académicos. Así nos lo han repetido, por siempre y para siempre, en éstas sociedades exclusivas de nuestras democracias. Vamos pues ahora al punto: te decía que lo que me preocupaba eran otros asuntos, de una índole diferente ya que son asuntos del corazón, y es que hoy pude ver a una mujer que me robó el corazón. Hace mucho tiempo que me dejó clavada una espina y cuando logré arrancármela creí que ya no tenía corazón. Pero, después de veinte años, tengo que repetir lo que pude leer, de casualidad, de alguien que estaba en un "campo de amor" (Campoamor): "Pasan veinte años, vuelve él y al verse, exclaman él y ella: ¡Dios mío, y ésta es aquella! ¡Santo Dios, y éste es aquél!
Le dijo Javier Isidoro: “Bueno, me alegro por vos, Margarito, ya que ahora sin espinas tienes el corazón, gracias al paso del tiempo y a la tan indeseada metamorfosis”.
Así se despidieron los amigos no sin antes decir Margarito, para enseñar que él era un hombre informado, que la próxima vez hablarían de las declaraciones que había dado el miembro de la empresa privada de Nicaragua, que tenía como apellido "Aguerrido" o algo así, (suena algo como a espíritu inclaudicable), y que nos vendió un producto, ya maleable por estar vencido, como es el del "mal menor", algo que podría decirse como una paradoja: Que la empresa privada está matando a la propiedad privada”.
Margarito continuó: “Es como la soga en venta de que nos hablaban antes. Lo que cambia es el tiempo y los personajes, ya que la avaricia rompe el saco. Otro día hablaremos del que da un ojo, lo que popularmente se llama "tuerto". Por ser el tema apasionante tendrá que continuar......Y ahora lo que queda por decir: ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad!”.
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