Sunday, September 18, 2011

¡El ferrocarril de Nicaragua!

"Aquí permanecen los restos de un guerrero de innumerables batallas, rico en historia, que fue burlado, traicionado y vendido por la codicia y la ambición avariciosa de quienes hundieron sus colmillos en los bienes de la nación.” Ese era el epitafio que repetía en su mente uno de esos hombres trabajadores de Nicaragua que a diario echaban de menos el funcionamiento del ferrocarril, medio que de una u otra forma les resolvía en su azarosa existencia. “No te preocupés” le decían algunos, “los rieles los quitaron porque eran de hierro y ellos juraron que los pondrían de oro que en nuestra patria es menos escaso que el hierro.” Este piche que de baboso no tenía un pelo les contestaba que era verdad que el oro abundaba pero dentro de las fortalezas de los pontífices de las privatizaciones, como los que tiene dentro de sus murallas Don Patricio, lo suficientemente famoso por sus piernasantas. Y es que era del conocimiento público que Don Patricio decía que dos grandes columnas de oro sostenían el templo de su fortuna donde se encontraba su único Dios. Era un templo privado y de plumaje real por lo tanto la gente expresaba: ¡Si estas son las columnas cómo será el templo! Y poco a poco se fue corriendo la voz sobre las piernasantas donde saciaba su sed insaciable Don Patricio. Cuenta la leyenda que cuando la gente del pueblo pasaba por los alrededores de su fortaleza –y por accidente llegaban a sus oídos los gritos de las marchantas voces humildes del pueblo: se vende tiste, jocote en miel, zapotes, tortillas con queso, enchiladas, chocoyos verdes con picos rojos, se venden también chocoyos rojos con picos verdes–él no soportaba nada de esto y perdía la paciencia. Fuera de sí le gritaba a su servidumbre “corran a estos indios, que se vayan lejos de aquí, lo que están tratando es de penetrar en mis piernasantas, piernasantas que no están diatiro, fuera, fuera de mis contornos, fuera de mis dominios, que se vayan con sus animales y trapos donde no los pueda oír”... “Don Patricio, no es una manifestación en su contra” le susurraba el ama de llaves, son pobres que tratan de ganarse la vida honradamente y usted sabe”... “Callate vos que no sabés lo que decís yo conozco a esta gente mejor que nadie ya que por azar te encontrás uno regular, pero por naturaleza son malvados y envidiosos”... La gente que empieza a ser dispersada y que sabe de la debilidad de Don Patricio empieza a corear-“Se venden también ¡papayas de oro! ¡Papayas de oro! ¡Papayas de oro! ¡Se venden papayas de oro!”...”Se los dije que esto es una manifestación en contra de nuestro linaje...que se vayan a gritarle a los Artemios que también tienen sus casas amuralladas para no estar cerca de ellos, aunque están dentro de ellos... nuestros medios de prensa los tienen más que ubicados para no perderles pista ya que no se puede perdonar la imitación... la imitación es un delito ya que hay que cuidar las cosas de marca por el prestigio y buena reputación del mercado...son tan descarados” gritaba Don Patricio “que anuncian que venden papayas de oro y deben ser papayas indias que cuestan oro...¡papayas indias que cuestan oro! que vayan donde los Artemios ya sean Ramirez, López, Martinez, Potosme...o mejor de apellido Cruz para que no se olviden de Artemio Cruz del tal Fuentes”... El pueblo sigue esperando el toque de campanas, campanas viejas, campanas lejanas que anuncien el regreso del ferrocarril que sigue descansando a buen resguardo dentro de muchas murallas...de las piernasantas.

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