Wednesday, August 24, 2011

¡La coronelita y las monedas de oro!

Me encontraba leyendo unos cuentos de Poe cuando me hicieron el relato de algo que había sucedido en la ciudad del sol y que es digno de que hubiera sido narrado por la pluma brillante de este escritor cuya habilidad le hubiera dado vida a esta monstruosidad...La señora se llama Brunilda y aunque siempre se le llamó la Brunildita era mejor conocida por la Nelita en honor a que se referían a ella como la "Coronelita." Un día de otoño recibe una llamada con carácter de urgencia para informarle que el padre se estaba muriendo y que pedía verla en sus últimos momentos, las malas lenguas dicen que su reacción inmediata fue de una absoluta frialdad, algo parecido al cálculo, a cifras o números y se negó en primera instancia a visitar al enfermo pero les expresó a quienes le llamaban que fueran un poco más explícitos sobre este llamado queriendo saber si obedecía a un testamento o algo parecido. Se rumora que las llamadas de los allegados o familiares fueron tantas que ante tanta insistencia accedió a ir a ver al padre enfermo. “Aquí estoy que querés, ¿para qué me mandaste a llamar?” El padre, que debido a la enfermedad muchas veces alucinaba, abre los ojos y entre nubes de confusión la llama de diferentes maneras:"Mi brunildita, mi Nelita, mi Coronelita, gracias, gracias por venir y darle un poco de paz a mi alma." En medio de aquella habitación, de aquel silencio y del respeto que se merece cualquier ser humano que se encuentre en una situación similar se escucha la voz de la Nelita, excitada y fuera de sí, queda viendo al hombre que ya era poco físicamente-apenas llenaba la ropa-,siendo más huesos que carne y en forma altanera le dice: "Yo no soy la Coronelita ésa debe ser otra hija que tuviste por allí, cuando siendo Coronel y de comando en comando ibas de falda en falda, yo soy la Brunildita." El hombre sintió un ¡soplo en el corazón!¡soplo en el alma! y casi al borde del desmayo balbuceaba “dame tu perdón, dame tu perdón, dame tu perdón mi Coronelita” En eso vuelve a tronar la Nelita y con un grito que hizo sonar la alarma del lugar, en forma retadora le exige y le dice:"Yo vengo a reclamarte las monedas de oro que vos me dijiste que eran mías y que las tenías guardadas para mí-quiero mis monedas de oro-Los que se encontraban allí reunidos y esperaban ver una reconciliación o al menos un acto de piedad, invocaron a todos los santos y no podían creer lo que escuchaban. -Era algo monstruoso-Con voz entrecortada el enfermo se dirigió a la hija y le dijo, “te quería ver porque tenía la esperanza de verte como una orquídea, de verte como un ángel de oro, de saber que eras diferente a mí, pero al escucharte y al ver cómo te interesa más el oro que otra cosa, quiero ante todos los aquí presentes pedirte a gritos mil veces que me perdones...” “Nada de perdón, quiero mis monedas de oro” reclamaba con más fiereza la Nelita. “El perdón que pido no es por haberme portado indiferente con Vos, por haberte herido o por no darte tus monedas de oro... Escuchen todos, el perdón que pido es porque ¡Vos, sos Yo y Yo, sos Vos! ¡Me voy y me quedo! ¡Me voy y me quedo! ¡Me voy y me quedo!... Me desperté asustado y con un libro de Poe en la cama, donde leía que habían salido monstruos de las profundidades... ¡Al menos parece que fue un sueño, que Dios nos proteja!

Sunday, August 7, 2011

¡Las iglesias Tararí y Tarará!

No sé si es una historia verídica, quizás alguien me la contó o tal vez la leí, pero lo cierto es que la encontré interesante ya que más que una historia de ayer narra una de las incógnitas de siempre, las que hemos de llevar los seres humanos como un rosario de misterios hasta el último día de nuestra existencia en este valle de lágrimas o en este paraíso terrenal. Se desarrolla en un pueblo de gran religiosidad con dos iglesias principales, una la del celibato y los santos y otra la que afirma que el medio para llegar al Padre es a través de Jesús o lo que viene a ser lo mismo de los “Jesuses”. Eran de criterios irreconciliables y cada una reclamaba para sí la exclusividad de Dios pero por los frutos se podía ver que era un Dios hecho a la medida de sus intereses o consideraciones doctrinales, era un Dios hecho a su imagen y semejanza. Los más destacados de cada una tenían una expresión de severidad, hacían ostentación de una implacable intolerancia y se expresaban con asco y con ira de los que siendo del mismo sexo se profesaban amor, los acusaban de no ser hijos de Dios y de dar riendas sueltas a sus instintos como las bestias, interesados en inmundos placeres demostrando una vulgar saciedad del instinto. Cuando se les oía hablar sobre este tema no se sabía a cuál iglesia pertenecían y por lo tanto se les empezó a llamar la iglesia Tararí y Tarará, lo que se sabía era que una de ellas se reunía los domingos y se escuchaban con regocijo las maldiciones del Dios del domingo, y la otra con un poco más de reuniones sus fieles salían contentos de ser diferentes a los de la otra iglesia porque odiaban las imágenes y su único medio de llegar al Padre era por medio de los “Jesuses” siendo estos una imagen en vivo y en directo. Un día como ya era costumbre en el pueblo algunas viejas se pusieron a chismear y se encontraron la Pura y la Inmaculada y la primera dice con voz de trueno: “Te lo digo en serio Inmaculada esto es el fin del mundo, hace mucho tiempo los deformes se encontraban en los circos y el que quería verlos pues pagaba por eso y sanseacabó pero ahora se pasean delante de nosotras y lo que es peor reclaman derechos cuando deberían estar en sus jaulas”. ¡Así se expresaban las damas de la caridad! “Mira, mira, no te lo pierdas, allá viene una de estas parejas y se atreven a pasar por el atrio de la iglesia” gritó la Pura y pararon a la pareja de ellos o ellas y Pura, que era como una vieja de esas que abundan en los programas radiales que son dueñas absolutas de la verdad les pregunta que si han leído la biblia, a lo que la pareja contesta que sí. Parece que la Inmaculada no les dijo que con sus preferencias sexuales violaban la sagrada palabra y se iban a quemar en las llamas del infierno. Ante este juicio público, frente a esta moderna inquisición llevada a cabo por la Pura Inmaculada, la pareja les pide prestada su biblia y les dice que lean juntos Génesis 1:27 que dice: "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó." Esto quiere decir que eran un solo cuerpo y una sola alma hechos a la imagen de Dios y que no fue hasta después que los separa, como se puede ver en Génesis 2,21: "Y de la costilla que Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre." “Pero Dios no es ni hombre ni mujer, ni es machista ni es feminista, es un espíritu y espíritu divino. Como mucho se ha hablado y escrito sobre nuestra situación –sigue diciendo la pareja–lo único que podemos decir es que es parte de nuestro ser y que es parte del misterio si ustedes quieren y a lo mejor lo que ha sucedido es que la mujer bien podría decir: Oh Dios, me comí a la mujer que había dentro de mí y me quedó el hombre que después de locuras de pasión busca en las otras tan jugosa carne y el hombre bien podría exclamar: Oh Dios, me comí al hombre que había en mí y me ha quedado la mujer, que en remolinos de pasión me zambullí de cabeza y quedé atrapado por tan delicioso bocado." Cuando terminaron de explicar o al menos de dar una explicación bíblica a las santurronas, una de ellas, con mirada de loca, con mirada llena de fuego, con semblante acalorado, como pasionalmente patriótica o belicista, lanza un suspiro y llena de odio y de impotencia cae fulminada por un ataque cardíaco y sin poder articular palabra la que siempre tuvo lengua podrida de vergüenza, la que tenía unas tapas como de machete deja de existir y como un aire musical se escucha ¡Paz en la tierra, paz en la tierra! Se dice que en el pueblo hubo sentimientos encontrados de alegría y de tristeza y se comentaba que la alegría de los vivos era la pena de los muertos y es que cuando la depositaran en la tierra iba a temblar de espanto el que había sido su marido...El pueblo sigue bajo fuego por las iglesias Tararí y Tarará y así muchos y muchos y muchísimos pueblos más.