Sunday, December 4, 2011

¡Sombreros para cuellos,sombreros mágicos,sombreros democráticos!

Van saliendo uno a uno, son importantes personeros de la política norteamericana. Todo parece indicar que es una reunión de gran trascendencia para la vida de la nación en general y para los ciudadanos de la Florida en particular. Las especulaciones son muchas, unos dicen que se trata de buscar una refundación de la economía y que para poder conseguir miles de empleos nuevos, han tenido que sacrificarse como cabilderos, teniendo que presentar como nuevo lo viejo y explicar a la gente que en el juego descansa la prosperidad económica. Esta, a su vez, traerá un fortalecimiento en las fuerzas morales de las presentes y futuras generaciones, un proyecto para salvar a la juventud. Otros, por el contrario, afirman que es otro proyecto un poco más sencillo, pero extremadamente productivo, ya que se requerirá de mano de obra generosa para un producto tan común y corriente, orientado a proteger del sol a la gentecita común y corriente. Es que dicen que se trata nada más y nada menos que de una factoría de sombreros–sombreros para cuellos –Los más optimistas creen que la reunión es para anunciar que han decidido apoyar la reforma de salud y respaldar la educación–pensando en la juventud–y que han cambiado su posición en cuanto a los impuestos de las grandes corporaciones–pensando también en la juventud. De repente se oye una voz que manda a guardar silencio ya que uno de estos representantes hará uso de la palabra y aquí viene lo que podría catalogarse como una florida pieza oratoria: –Querido pueblo aquí presente, me estoy dirigiendo a ustedes en el nombre de mis colegas y en el mío propio para manifestarles una vez más que seguimos comprometidos con nuestra democracia. No permitiremos que se tergiverse la función del Estado que hasta el día de hoy nos ha costado tanto desvelo y sacrificio y al que hoy pretenden convertir en una fuente de gratuidad en temas tan delicados como la salud y la educación. La universidad no puede ser para todos y la salud, el que no pueda pagarla pues que no la tenga. Por estas consideraciones y otras más de origen democrático es que debemos proteger con toda convicción democrática a nuestras grandes corporaciones, fuentes naturales de prosperidad. Debemos evitar que paguen más impuestos del que ya llevan sobre sus espaldas como benefactores -y por qué no decirlo- protectores del honor nacional. Oigan bien lo que les digo y de esto no me cabe la menor duda, no podemos tocar ni con el pétalo de una rosa a quienes son las columnas de nuestro edificio democrático, a los hombres que son la raíz de nuestro árbol tan frondoso y generoso. Son nuestro césped y no rama seca. El hombre de la calle, el ciudadano común y corriente tiene que aprender historia y saber que durante siglos los esclavos no tenían derecho a estudiar y de la salud ni hablar.(Nehemías: 5,5). Con paciencia y con resignación algún día dejarán de ser ramas secas, flores secas del cardo ¡paciente itinerario! (aplausos, aplausos, vivas, vivas, emociones incontenibles entre muchos de los presentes) Por eso hemos incluido en nuestra declaración que no podemos descuidar las libertades democráticas, empezando por el derecho fundamental de votar. ¡Viva el voto! Que viva el derecho a que nos elijan mientras ustedes poco a poco van adquiriendo con esfuerzo otros niveles –poco a poco como gira la tierra. Nos retiramos debido a que vamos a ultimar algunos detalles de nuestra factoría pero crean que todo, absolutamente todo lo que hacemos es pensando en ustedes nuestros hermanos más pequeños. Cuando se dispone a retirarse, alguien le pregunta que de qué se trata el negocito y con humildad le responde nuestro representante que es de sombreritos para gentecita menudita o mutilados y le dice que serán llamados los ¡sombreros mágicos, los sombreros para cuellos! para que queden a la medida de nuestros votantes. –Ahora entiendo le dice uno de los presentes lo de mágicos y de cuellos. Aunque ustedes no lo dicen abiertamente estoy seguro que lo piensan, continúa hablando el mismo hombre, y es que cuando se considera que el ser humano el único derecho que tiene es el del derecho al voto, pero no derecho a la educación y a la salud, es como decir que tiene derecho a su sombrero pero no a su cabeza. (Chesterton)¡Sombreros para cuellos! ¡Sombreros mágicos! ¡Sombreros a la medida!... ¡sombreros democráticos!

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