Thursday, November 5, 2009

El internet, un gran foro democrático

En estos breves comentarios, que vienen a ser como un desahogo del alma, quiero empezar por hacer un llamado a las personas que me escriben y dan ideas tan interesantes, para que lo hagan en su propio blog, para que así todos nos podamos enriquecer de conocimientos tan diversos e inteligentes. No se trata de escribir porque seamos profesionales en estos menesteres, todo lo contrario. Quizás hasta desentonemos, pero estamos haciendo uso de una herramienta que nos permite dejar oír nuestras voces y abrir un debate universal, donde absolutamente nadie se sienta excluido o censurado por los hasta hoy capitanes de la información (que nos han llevado al puerto de sus intereses, ya ideológicos o bien económicos). No despreciemos este gran foro abierto a todas las ideas que da mayor posibilidad de comunicación entre todos; donde con esfuerzo, responsabilidad y libertad estaremos contribuyendo a que nuestras sociedades sean más humanas y solidarias. Podemos lograr que la nueva tecnología sea positiva para el desarrollo del espíritu. Los procedimientos del pasado, en cuanto al sistema tradicional de la información, han sido positivos en cuanto nos han indicado que urgentemente necesitábamos nuevos rumbos, sin la contaminación que siempre trae el moverse en círculos cerrados; que obedecen a grupos de intereses que, muchas veces, están lejos de representar los anhelos y aspiraciones del "hombre de la calle. Intereses que han entonado siempre con el poema de Francisco de Quevedo: "Madre, yo al oro me humillo. El es mi amante y mi amado, pues de puro enamorado anda continuo amarillo. Qué pues, doblón o sencillo, hace todo cuanto quiero. Poderoso Caballero Es Don Dinero". Podemos afirmar que esta etapa está a punto de desaparecer, abriendo las ventanas del cielo a las presentes y futuras generaciones, no sometidas a tientas en la búsqueda del paraíso perdido. La obra profunda de la hora, la labor del minuto y el prodigio del año, han rendido sus frutos devolviendo la luz a quienes caminábamos en tinieblas. En un mundo tan materialista, hemos caminado sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote, sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios. Hoy enfrentamos, con virilidad y con humanidad, la “canallocracia” de quienes, por haber sido nuestras voces, casi nos dejan mudos. Podemos ver, estamos viendo, con regocijo y esperanza –la esperanza es la flor de las virtudes–que el Señor nos está librando de tantos dolores, de la falta de sol, de tantas congojas, de las tempestades perversas. Escuchamos el doblar de las campanas (“Crónica de una muerte anunciada”).

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