Sunday, August 22, 2010

¡Adán en el paraíso terrenal!

–Yo creo dice Margarito, que ante tanta presión que tenemos aquí por la Florida debemos de entretenernos contándonos historias de nuestros pueblos aunque hayan pasado muchas lunas y así cada uno de nosotros puede relatar algún cuentecito que recuerde. Recordando nos damos ánimo para seguir enfrentando estos vientos contra todo lo que huele a hispano. Tanto Javier Isidoro como Charles Snob abrazaron con gusto la idea, pero no sin antes expresar Charles que él no se sentía bajo ninguna presión. Por el contrario la proximidad de las elecciones le daban la posibilidad de acercarse a muchos candidatos y entablar cierta relación ya que después, en virtud de tantas responsabilidades, se volvían invisibles y el pueblo solo podía percibir sus ráfagas traducidas en más impuestos y en más derroches. –Aquí va mi historia dice Margarito, y si algunos detalles no están del todo claros se debe al implacable paso de los años: La ciudad folclórica de Masaya siempre fue hospitalaria, reconocida más allá de las fronteras por tener en cada mujer una rosa y cada rosa ser la gloria de la eternidad. La ciudad de las flores donde se invita a vivir y amar. Pero también ha tenido sus sombras y sus muros donde el criterio de hospitalidad no se aplicaba para todos. –Eso ya lo sabemos de sobra responde Javier, esos muros del coyotepe guardan testimonios de heroicidad y en épocas más recientes hasta de villanías donde se llegó a pensar en privatizarlo para complacer al fondo monetario internacional. –Por favor Javier,ya no empieces con estos disparates y dejemos que Margarito termine la historia del muro que no sabemos si fue como el de Jericó, dice Charles. –Resulta que como una manera de buscar privacidad se procedió a tener un club privado llamado "club social de Masaya" pero aquí no se entraba pagando una cuota solamente, sino que un grupo de Señores constituidos en directivos tenían que aplicar los reglamentos internos y la persona que solicitara formar parte de este selecto grupo tenía que tener el sello de "buena familia". Muchos que habían adquirido fortuna tenían que luchar a brazo partido para ser admitidos. –Eso lo que parecía era algo así como que "renqueaban de la cabeza" enfermos de aristocracia, dice Javier, pero no era un mal de una ciudad sino de todo el país. –Eso se puede reducir en la frase de un escritor que los llamó los miembros de la aristocracia de cuero ya que lo único que los distinguía de los que no podían entrar era que estos tenían caites y la gente sin recursos que empujaba los bueyes o cargaba a lomo las pichingas de leche andaban descalzos. El asunto era que entrar a formar parte de este club era el ganar un estatus y muchos no estaban dispuestos a rendirse y daban la lucha. “Hola cómo está doctor ¿qué le pasa lo veo agitado con el pelo parado y fuera de sí?” “No es para menos, tuve que abandonar la oficina ya que no me puedo concentrar en mi trabajo porque ayer recibí la tercera carta de la junta directiva del club social rechazando mi solicitud para formar parte del club. Yo puedo jurar ante la divina providencia que he cumplido con todos los requisitos para entrar y lo único que me dicen es que espere y ya me estoy cansando de esta espera. Ya no quiero pasar ni por la acera porque veo en la cara de los meseros una burlita y la cínica frase ‘pronto lo esperamos, pronto lo vemos por aquí, usted es la paciencia personificada’. He llegado a sentir desprecio por lo que tanto he anhelado, amigo, solo de saber que usureros de copete son los que deciden en esta comedia de títeres donde pretenden caminar con solemnidad y han sido educados en el servilismo”. Pasaron meses, tal vez un poco más, hasta que llegó el gran día. “Amigo, amigo, mi buen amigo dejeme por amor a Dios enseñarle la carta que he recibido de los directivos del club social que a decir verdad son verdaderos benefactores de la sociedad, ejemplos de rectitud y del buen vivir. Escuche por favor quiero leerle lo que estos hombres inspirados en la sabiduría divina han escrito: Apreciado Doctor, después de un exhaustivo estudio de su solicitud hemos considerado que usted reúne los requisitos necesarios para formar parte de nuestra organización, aprovechamos para comunicarle que el día de su investidura será el día en que las honorables damas de nuestro club estarán haciendo una actividad en el club para recaudar fondos para los más necesitados. Nuestras sacrificadas damas realizan dicha labor que por amor al pueblo y por su gran magnanimidad... “Mi apreciado doctor ¿usted cree que yo puedo ir a ver este momento histórico?” “Lo siento amigo, como siempre seguimos siendo amigos y buenos amigos, yo soy un hombre humilde pero en la vida hay que guardar las distancias y esto no se puede baratear, pero no te preocupes, nos vemos la próxima vez en la glorieta y te informo de los detalles”. “La vida es así doctor pero yo creo que debajo de su humildad se esconde la más indignante perfidia y yo que pensaba que usted luchaba por terminar la discriminación y ahora veo que anhelaba alzarse sobre los demás y ser un verdugo más”. Llegó la gran noche, era como un desfile de modas, el local se encontraba totalmente lleno y delegaciones de todo el país se habían hecho presentes, las damas de la caridad también. Tenían alguna que otra obra teatral porque había que llevar un bocado de pan a los hambrientos y un poco más de caridad ya que la bondad y la justicia tendrían que seguir en fila de espera. Tragos, presentaciones, abrazos, viejas estiradas que siempre pensaron que la cabeza era para adornarla con peinados como torres de babel. “Atención, presten atención, en estos momentos el señor presidente del club social acompañado de otros directivos procederá a investir como nuevo miembro de la sociedad al ilustre doctor... Aplausos, vivas, emociones, lágrimas y es que era el cumplimiento de un sueño hecho realidad. –Que interesante Margarito, en la historia fue él quien se convirtió en un nuevo verdugo. –No, la historia no terminó así, pasaron unos veinte minutos cuando de repente se escucharon gritos, carreras desenfrenadas, la gente se caía, otros las atropellaban y a lo lejos, ya que estaba cayendo el crepúsculo, se veía una silueta como de niño con voz de hombre –ya que el doctor era pequeño–, que gritaba: "¡hipócritas, usureros, explotadores, quítense las máscaras y quédense como Adán, como vengo yo, igual que Adán en busca de mi Eva! ¡Adán quiere a su Eva!” “¡Qué horror!”, gritaban las damas de la caridad. “¡Qué desprestigio, ya lo decía yo, gritaba otro ilustre!” Vino a nuestro club a desnudarse irrespetando a toda nuestra sociedad. De repente se escucharon algunas voces –está borracho, no sabe lo que dice– Y nuestro doctor corría más rápido que una liebre y nadie lo alcanzaba, se golpeaba con muchas de las damas y éstas en su desesperación pedían a gritos: “¡agua bendita! ¡agua bendita!” Y una vieja de esas que se creen que son casi una divinidad, esas pertenecientes a la aristocracia de cuero, recitaba en voz alta: “¡Seguid comiendo con lores y con duques, id de cena! El piojo es también piojo en los bucles de una reina. ¡Saquen a este piojo de patitas! ¡Hay que sacarlo de patitas!” En los parlantes se pedía a gritos que todas las damas se reconcentraran en el rincón más recóndito mientras el doctor gritaba: “¡Adán en su paraíso terrenal!” Los meseros y demás trabajadores se tiraban grandes carcajadas “ja ja ja ja” y decían en coro: “Adán expulsado del paraíso-tanta lucha y tanta paciencia para nada”. Esa fue la historia, lo que no sabemos hasta el día de hoy, es si el doctor planificó su venganza por tantas humillaciones o el licor lo cegó y de verdad se vio en el paraíso terrenal, terminó diciendo Margarito. Se tira la carcajada Javier Isidoro y dice “el doctor tenía razón ya que no se puede jugar con la dignidad de las personas y quizás ya estaba medio tostado”. – Para mí dice Snob, fue una barbaridad pero también una excelente obra de teatro que podría haber dado muy buenos dividendos, el único problema era la estatura del doctor pareciendo niño ya que el verdadero Adán no tuvo niñez. Nació adulto y libre para pecar, pero como me imagino que el doctor era joven, aquí podemos decir: "Bienaventurado aquel que de joven fue joven."¡Adán en el paraíso terrenal! –Yo también tengo mi historia dice Javier Isidoro y vos Charles me dijiste que tienes otra, pero para la siguiente ocasión...

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