Sunday, August 29, 2010

¡Has enterrado a un hombre vivo!

Como dice la canción unos ríen y otros llorarán, mientras Margarito mantiene adornado su pecho con su residencia ante las amenazas de quienes pretenden solucionar el problema migratorio haciéndolo más grave, gastando los recursos de los contribuyentes y elevando el nivel de la intransigencia y de violaciones a los derechos humanos, otros se regocijan y celebran en grande porque se abren nuevos horizontes para su prosperidad económica. Aparece de repente Mr. Charles Snob con una gran sonrisa y moviendo los pies con gran agilidad a un ritmo que produce grandes energías. “Hola Charles, que bien bailas y que contento estás, – le dice Javier Isidoro, – ¿nos puedes decir cuál es la razón de tanta celebración?” “Estos pasos que ustedes están viendo son de un principiante ya que los maestros de esta danza no se dejan ver tan fácilmente, trabajan tras bastidores para no ser contaminados por el odio y por la envidia de quienes pretenden que les caiga el maná del cielo y por las incomprensiones de personas como ustedes que aunque actuando de buena fe siempre están equivocados por falta de información y de instrucción. Sin embargo, hemos llegado a la conclusión de que es mejor escuchar sus desahogos un ratito ya que la memoria de las masas es corta, antes que hacer serias y profundas reformas de educación, porque nosotros somos del equipo que creemos que la instrucción es necesaria pero prematura para el pueblo”."Bueno, ya está bien –dice Margarito– ya conocemos tu forma de pensar, pero le das bien a esos pasos de marimba”. “No, no Margarito, no es marimba, es un paso muy viejo pero bien adornado, es una danza que se titula la danza de los millones y es nuestro himno de combate para las elecciones de Noviembre. Nada ni nadie nos podrá detener ya que este ritmo lo conocen a perfección importantes medios de comunicación y como no hay límites de dinero para la campaña, ya nuestro movimiento no lo para nadie. Como es lógico, en una sociedad de libre mercado, todo tiene su precio”. “Dijimos la última vez que nos reunimos que teníamos que desintoxicarnos de todo este ambiente que en materia de política y de derechos humanos deja mucho que desear –dice Margarito– por lo tanto les voy a narrar una pequeña historia que ocurrió en mi pueblo hace muchos años pero que no podemos permitir que se eche al olvido”... “En una mañana de Mayo – continua Margarito–algo extraordinario estaba ocurriendo en las concurridas calles de nuestra ciudad. La gente se amontonaba en las esquinas y dejaban a un lado sus canastos, los coches se paralizaron ante el relincho de los caballos, las pulperías cerraban las puertas y es que se escuchaba el toque de campanas por el norte, el sur, el este y el oeste. Era un toque que parecía de dolor, pero tenía sabor de alegría, se levantaba con fuerza desde lo más profundo de la tierra y se sentía que bajaba del cielo con ímpetu celestial. Era como si las fuerzas espirituales, las de abajo y las de arriba, reclamaban algo que les pertenecía”.”¿Qué pasa, compadre? –pregunta Manolo, ¿es que acaso se han vuelto locas las campanas?” “No, compadrito, es que nos dejó el jefe, el insustituible y todas las iglesias le reclaman para tenerlo aunque sea por última vez en cuerpo presente. Se hacen todos los preparativos y todas las comitivas se hacen presentes para despedir a este personaje que dejaba huellas imborrables en ese pueblo”. “El entierro no era uno común y corriente e iba a ser acompañado por todas las organizaciones desde cívicas, religiosas y hasta el más descolorido de los partidos, pero todos querían formar parte de este acontecimiento tan colorido y lleno de pompas. En el pueblo vivía un joven inquieto que siempre estaba presente en cuerpo y voz, –no en espíritu– para dispararse un chagüite y era un punto fijo en tres tipos de acontecimientos: las bodas, aniversarios y entierros. Le decían el joven trino. Hay quienes afirmaban que era capaz de hacer llorar a una roca o levantar a Lázaro y esto lo hacía ya fuera en estado de goma, en ayunas, disparado de hambre, enfermo y como casi siempre hasta donde no es...borracho. Uno de sus amigos Manolo comienza la búsqueda del joven trino y llama a otros más para que lo encuentren ya que está desaparecido y el entierro después de pasar por todas las capillas ardientes y manifestaciones de dolor, va camino al campo santo y se necesita que este joven le dé su despedida”. ”Por fin, por fin te encuentro –le dice Manolo. Tienes que estar en el cementerio en menos de una hora para que despidas al jefe que el Señor infinito en su misericordia se lo llevó de este valle de lágrimas”. “¿Qué, Cómo, Dónde, Cuándo?” –dice en un interminable balbuceo el joven trino que se encuentra hasta el hígado y no sabe si es de día o de noche. “Por favor, tienes que sacarnos de este apuro ya que nuestra organización no se puede quedar atrás –le dice otro amigo,– no podemos permitir que este gran hombre que se nos fue se le despache de este mundo sin que vos le digas unas cuantas palabras. Tienes que sacarnos de este apuro”.”No te preocupes –le dice Manolo– después de que hayas cumplido nos vamos a dar unas copitas pero antes tienes que ser un Demóstenes. Den lugar, un lugarcito por favor tenemos que llegar hasta el sepulcro “y después de tanto esfuerzo logran llevar al joven trino hasta el lugar mismo donde se encuentra el estuche de quien ya no volverá a ser parte de este mundo ni para bien ni para mal. Cuando pone el primer pie se escapa de caer y se abraza a una cruz y dice:” ¡Oh cruz, a ti me acerco, a ti me abrazo, que yo guste, muriendo, la vida!(parecía parte del discurso)Venimos a despedir a un grande, que nunca se engrió por los elogios ni se empequeñeció por las acusaciones. Conociendo su carácter sabemos que por sus actuaciones en la vida él en estos momentos está librando su última batalla y es arrebatando el derecho a estar en el cielo porque el cielo lo arrebatan los violentos. Conquistó tierras, muchas tierras y lejos estuvo de la envidia, por eso gozaba de los bienes ajenos como si fueran propios. Muchos por maldad y por lo injusta de la justicia humana lo han malinterpretado, pero ha sido un Cristiano que rompió con las tradiciones y puso en práctica uno de los mandamientos supremos del Cristo crucificado el amor por nuestros enemigos. Por eso supo amar a quien fue por veredicto de los siglos y de los misterios:¡La suma de todas las criaturas! –y exclama dirigiendo los ojos al cielo y abrazado a la cruz que lo salva de no caer en la misma tumba– ¡Jóvenes murieron los elegidos!¡Fue un esposo ejemplar! En eso, uno de los amigos se le acerca y le dice en voz baja que el muerto ya era un anciano, que nunca fue casado y que se baje rápido y no siga hablando ni una palabra más, pero el joven trino le dice, “vos me dijiste que el muerto era el jefe”.” Es el jefe pero del municipio y no del país”. Logra ver hacia una esquina donde se encuentra una multitud y se encuentra con los ojos encendidos del hombre al que había enterrado y por la ceguera del guaro no sabía si esos ojos lo miraban con odio o estaban llenos de lágrimas, como los de muchos que se encontraban en el cementerio, ya que eran tantos los ojos que lloraban que no se podía decir si era para quedar bien con el jefe que asistía a su propio entierro o era por las palabras emotivas del trino que cogió más fuerza al darse cuenta de su error. Con los ojos llenos de lágrimas seguía despidiendo al vivo ya que el muerto no contaba con descendencia directa. “Para terminar –dijo con acento encendido–: quiero proponer que alrededor de esta tumba se erija una población de estatuas, de un músico, de un poeta, de un pintor y de un escultor, para que se recuerde que en medio de ellas permanece bien guardado un político que nunca murió”. Termina el discurso, se entonan las notas del himno nacional y se le acercan conocidos y amigos y le dicen:”Qué desastre lo que has hecho. Has enterrado a un hombre vivo”. Otro le dice “Esa maldad tuya te la va a cobrar el jefe. “Has enterrado a un hombre vivo”. Otro de esos que ya no caminan pero se arrastran con un verdadero arte le dice: “al menos reconociste que el jefe es un defensor de los artistas y las artes y lo van a estar custodiando las cuatro estatuas, pero: Has enterrado a un hombre vivo”. Cuando se encuentran fuera de este ambiente que es más de compromisos y menos de dolor se dirigen a tomarse las copitas ofrecidas y Manolo que está intrigado le pregunta que porqué mencionó lo de las estatuas que a decir verdad no entendía nada de nada. Se puso de pie con una copa en la mano y muchas en el estómago el joven trino y les dijo: “En ese momento, en el momento de mi error me di cuenta que tenía que proteger al vivo y al muerto y me recordé de un epitafio que algún resentido o bromista podría llegar a poner. Por eso era mejor que la tumba estuviera protegida y vigilada de día y de noche por las artes”.”¿ Cuál es ese epitafio –pregunta Manolo–.”Repitan conmigo” dijo en voz fuerte el joven trino:"La posteridad jamás verá/Un sepulcro como éste;/Aquí yace un político;/Detente viajero y orina." Aquí termina este pequeño cuento de nuestro pueblo dice Margarito y recuerda Charles que el próximo te toca a vos...

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